lunes, 24 de octubre de 2016

Se me vino la pared abajo.


    Ya justo a la hora de salir de casa noté la primera impresión, un toque, pero el tiempo se me echaba encima y no podía pararme a prestar atención a ese aviso que mi cuerpo me estaba dando y salí por la puerta con la sensación del ya no retorno.

Primera sesión bien, subía escalera, bajaba escalera, pero había algo en mi cuerpo que no encajaba.

Segunda sesión en el gimnasio con clase de 1º, atención absoluta, ya que traen más energía por las mañanas que un iphone recién cargado; ya sí empecé a sudar un poco, y no hacía calor, algo me sobraba, mi mente y yo luchando para resistir el embite. Un alumno me preguntó: "¿maestro qué te pasa? estás blanco", le dije que nada, que es que yo veraneaba en un sótano.

Mi mente trabajaba a mil revoluciones, presta atención al juego, organiza el siguiente, recoge los aros, pienso...me voy un momentito rápido ahora que están jugando y vengo, pero no, son de 1º, no me puedo ir, ufff, la pared ya totalmente caída, incluso se me venía a la cabeza tararear el estribillo de una sevilla de Los Marismeños que decía "y un escalofrío, me tiene arrecía el alma y es que siento escalofrío..."

Como pude terminé la sesión y en ese breve instante en que dejé una clase y me disponía a ir a la siguiente, por fin fui persona, ya ahora todo era felicidad, buen rollo, escuchaba el cante de los pájaros, había recuperado mi color, ya sí podía continuar, porque como dijo algún sabio " Hay más espacio fuera que adentro" y eso es así.

En ocasiones, los especialistas con nuestro horario frenético de ve a una clase 45 min. saliendo, ve a la siguiente y así sucesivamente, no tenemos ni 5min. para esta primera necesidad y se antoja todo una odisea poder hacer un "download" y sacar lo mejor de ti mismo.

Un saludo y que la fuerza os acompañe.






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